martes, 9 de agosto de 2011

Una persona agradecida


El adorador es una persona agradecida
Dios quiere un pueblo agradecido, que no se conforme con estar siempre recibiendo de El, sino que también deseé dar a El.
Dios quiere que seamos como el samaritano a quien el Señor curó de su lepra. Aunque sus nueve compañeros prosiguieron el camino, él volvió al Salvador, y se postró a sus pies, dándole gracias. El comentario de Cristo sobre este acto es significativo: “¿No hubo quién volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero?” (Lucas 17:12-29).
Demasiados cristianos sufren de lo que se ha definido correctamente como “los dame”. Cada vez que entran a la presencia de Dios es para pedirle que El “les de” algo. “Dame esto”, “dame aquello”, “dame lo otro” es un ruego constante y monótono. Son como los niños que solo recurren a sus padres para obtener algo de ellos, y que nunca piensan en dar algo a sus padres en recompensa. Consideremos la historia de una pequeña niña que trajo gran alegría a su madre. Un día ella vino de jugar, se sentó en su silla y observó a su madre mientras ella planchaba. Su madre le preguntó: “¿Qué deseas hija?” Y ella respondió: “No quiero nada mamá. Sólo quiero sentarme aquí, mirarte y amarte”.
“Los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren” (Juan 4:23). Dios desea profundamente que aquellos a quiénes El ha bendecido tan abundantemente respondan a Su deseo de recibir adoración y que, mientras esperan en Su presencia, derrame su amor por El en adoración.
Cierta vez me contaron que las palabras “pensar (think) y agradecer (thank)” eran originalmente la misma. Sea esto cierto o no, una cosa es cierta: un cristiano “que piensa” ha de convertirse ciertamente en un cristiano “agradecido”, porque sólo necesita recordar para regocijarse.
Emiliano / ConTodo!

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